Como otros muchos artistas residentes en Oaxaca, la pintora de origen chileno María Rosa Astorga ha desarrollado su creatividad en un entorno de influencias poderosas, sobre todo las de Rufino Tamayo, que, si bien no se despliegan en toda su magnitud en territorio oaxaqueño, sí están presentes de manera más bien restringida en la tierra que lo vio nacer.
La pintora ha desarrollado una peculiar destreza para componer estudios sobre la luz mediante la pintura de paisaje. Si bien los resultados que logra en composiciones panorámicas son conmovedores por su verismo y grandiosidad, es en los cuadros que analizan detenidamente los efectos lumínicos sobre porciones de follaje donde acaso destaca su talento como maestra de la composición luminosa.
En Atemporal, María Rosa Astorga conserva esa virtud que le permite cambiar de luces dentro de una misma pieza, en este caso, semicircular. Es la intervención sobre un objeto tridimensional que se suma a la exposición Homenaje a Tamayo.
Ideada como una rebanada de sandía que evoca uno de los muchos y más populares motivos característicos de Tamayo, el soporte recibió diversos tratamientos por parte de 30 artistas convocados a esta muestra. Algunos eligieron aludir directamente a la iconografía tamayesca; otros decidieron colocar en la pieza semicircular sus iconografías personales, en ocasiones sin otra referencia a Tamayo que el apellido del gran pintor o una palabra alusiva a los íconos del gran maestro.
María Rosa Astorga eligió elaborar una ofrenda para el magnífico creador, aprovechando con gran habilidad compositiva la desafiante forma del soporte, y la dificultad extra de emplear laca para automóvil en vez del óleo y la tinta con que la pintora prefiere expresar sus hallazgos pictóricos.
El resultado de este ofrecimiento creativo a la memoria de Rufino Tamayo, es Atemporal, una pieza tridimensional de María Rosa Astorga que cumple con las exigencias del ars combinatoria y es como una ofrenda vegetal al extraordinario pintor: no condesciende a la obviedad, pero deja de manifiesto el incuestionable talento pictórico de la paisajista nacida en Chile, quien se ha nutrido de la influencia sutil que el pintor nacido en 1899 y fallecido en 1991 aún extiende sobre la tierra de Oaxaca, donde si no abundan sus obras, en cambio su recuerdo permanece y se magnifica.
– Jorge Pech Casanova
Como otros muchos artistas residentes en Oaxaca, la pintora de origen chileno María Rosa Astorga ha desarrollado su creatividad en un entorno de influencias poderosas, sobre todo las de Rufino Tamayo, que, si bien no se despliegan en toda su magnitud en territorio oaxaqueño, sí están presentes de manera más bien restringida en la tierra que lo vio nacer.
La pintora ha desarrollado una peculiar destreza para componer estudios sobre la luz mediante la pintura de paisaje. Si bien los resultados que logra en composiciones panorámicas son conmovedores por su verismo y grandiosidad, es en los cuadros que analizan detenidamente los efectos lumínicos sobre porciones de follaje donde acaso destaca su talento como maestra de la composición luminosa.
En Atemporal, María Rosa Astorga conserva esa virtud que le permite cambiar de luces dentro de una misma pieza, en este caso, semicircular. Es la intervención sobre un objeto tridimensional que se suma a la exposición Homenaje a Tamayo.
Ideada como una rebanada de sandía que evoca uno de los muchos y más populares motivos característicos de Tamayo, el soporte recibió diversos tratamientos por parte de 30 artistas convocados a esta muestra. Algunos eligieron aludir directamente a la iconografía tamayesca; otros decidieron colocar en la pieza semicircular sus iconografías personales, en ocasiones sin otra referencia a Tamayo que el apellido del gran pintor o una palabra alusiva a los íconos del gran maestro.
María Rosa Astorga eligió elaborar una ofrenda para el magnífico creador, aprovechando con gran habilidad compositiva la desafiante forma del soporte, y la dificultad extra de emplear laca para automóvil en vez del óleo y la tinta con que la pintora prefiere expresar sus hallazgos pictóricos.
El resultado de este ofrecimiento creativo a la memoria de Rufino Tamayo, es Atemporal, una pieza tridimensional de María Rosa Astorga que cumple con las exigencias del ars combinatoria y es como una ofrenda vegetal al extraordinario pintor: no condesciende a la obviedad, pero deja de manifiesto el incuestionable talento pictórico de la paisajista nacida en Chile, quien se ha nutrido de la influencia sutil que el pintor nacido en 1899 y fallecido en 1991 aún extiende sobre la tierra de Oaxaca, donde si no abundan sus obras, en cambio su recuerdo permanece y se magnifica.