A los quince años inició sus estudios de pintura en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Formó parte de la generación que fundó el Taller de Artes Plásticas Rufino Tamayo en Oaxaca y posteriormente se dedicó a la docencia en diversas casas de cultura del estado.
Abelardo López ocupó el tercer lugar en el XIII Concurso Nacional para Estudiantes de Artes Plásticas en 1978 y su obra es parte del acervo del Museo Rayo Roldadillo, en Colombia. Incansable pintor del paisaje diurno ha participado en docenas de exhibiciones en México y Estados Unidos.
Comenta Abelardo: “Me gusta pintar el entorno en que me desenvolví desde niño. Yo no quiero reflejar la naturaleza tal como es, trato de darle la interpretación que yo prefiero. Me gustan los cielos despejados, las formas de la naturaleza sin sombras, pintar algo no visto, inventado. Pinto de la manera que me causa más placer, con mi propio sello y estilo. Al pintar me dejo llevar más por la emoción y por la fantasía de recrear la naturaleza que por el cálculo”.
San Bartolo Coyotepec, Oaxaca, 1957
A los quince años inició sus estudios de pintura en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Formó parte de la generación que fundó el Taller de Artes Plásticas Rufino Tamayo en Oaxaca y posteriormente se dedicó a la docencia en diversas casas de cultura del estado.Abelardo López ocupó el tercer lugar en el XIII Concurso Nacional para Estudiantes de Artes Plásticas en 1978 y su obra es parte del acervo del Museo Rayo Roldadillo, en Colombia. Incansable pintor del paisaje diurno ha participado en docenas de exhibiciones en México y Estados Unidos.
Comenta Abelardo: “Me gusta pintar el entorno en que me desenvolví desde niño. Yo no quiero reflejar la naturaleza tal como es, trato de darle la interpretación que yo prefiero. Me gustan los cielos despejados, las formas de la naturaleza sin sombras, pintar algo no visto, inventado. Pinto de la manera que me causa más placer, con mi propio sello y estilo. Al pintar me dejo llevar más por la emoción y por la fantasía de recrear la naturaleza que por el cálculo”.
San Bartolo Coyotepec, Oaxaca, 1957